Efectivamente, según he ido leyendo el artículo, mis creencias se han ido confirmando, ¡ya que hay estudios que demuestran los grandes beneficios que tiene este efecto sobre los estudiantes!.
A pesar de que el autor ya enumera estos beneficios, procedo a resumir las consecuencias prácticas de llevar a cabo esta estrategia en clase:
- Aumenta la motivación del alumno
- Mejora el rendimiento como consecuencia de un mayor esfuerzo
- El locus de control pasa a ser interno: "el éxito depende de mi, no del profesor"
- Incrementa el sentido de la responsabilidad, la autoconfianza
- Aumenta la integración en clase de los alumnos más descentrados
Sin embargo, aquí no acaba todo, ¡pues también existen grandes beneficios para el profesor!". Entre ellos podemos encontrar:
- Mayor gratificación personal
- Sentido de mayor eficiencia
- Aumenta la colaboración con los padres
- Incrementa la autoridad moral ante los alumnos y los padres
En conclusión, me gustaría que todos aquellos que hemos leído este artículo (o esta entrada), reflexionáramos sobre la facilidad de este mecanismos y los grandes beneficios que tiene. Más allá de realizar actividades innovadoras, o de seguir una metodología u otra, considero que esta herramienta es una de las más eficaces que podemos encontrar.
¿Y si por el simple hecho de creer que un alumno puede hacer algo, acabara haciéndolo? ¡Sería increíble!
Puede que sea una buena manera de empezar con nuestra docencia.
¡Os animo a practicar el efecto Pigmalión!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPersonalmente, también pienso que el "efecto Pigamalión" pueda tener grandes beneficios en el alumno y el docente.
ResponderEliminarBien es cierto que los prejuicios y expectativas que un docente tiene de sus alumnos, condicionarán su rendimiento. Cuando un profesor piensa que un alumno, por mucho que se esfuerce, no conseguirá avanzar, está claro que no lo hará, porque el profesor no hará lo necesario para conseguirlo, ya que está dándolo por perdido de antemano.
Todos, o casi todos, hemos tenido profesores que hablaban de ciertos alumnos como "es que no tiene remedio", "no cambiará nunca"... Yo creo que, cuando te repiten esto día a día, al final lo acabas interiorizando, lo ves como parte de ti y te parece normal.
Por tanto, deberíamos partir del punto de que todos somos capaces de hacer las cosas bien y, si un alumno tiene dificultades, bastante frustración tendrá ya por sí mismo, como para que encima no le animemos; si él ve que creemos en su capacidad, la motivación que tendrá será suficiente para que se esfuerce.
Creo que, como docentes, es nuestro deber creer en nuestros alumnos, y motivarles día a día
Parece que habláis del efecto Pigmalión como algo voluntario que se debería implantar en las aulas de Primaria. En realidad, es un efecto involuntario que provoca la aparición del alumno llamado “favorito”. De esta forma, las altas expectativas que tiene el docente se traducen en buenos resultados en el alumno.
ResponderEliminarEsta acción del profesor viene determinada por un factor interno del mismo, así que de forma voluntaria no se puede desarrollar. Dada esta situación, lo único que se podría hacer es practicar dinámicas de grupo dirigidas a conocer los sentimientos de los alumnos, a la vez que el docente experimente la frustración de los mismos.
Por último, esto que expongo propiciaría una tendencia positiva en la valoración de los niños que se traduciría en unos mejores resultados escolares.