¡Buenas tardes!
Llevamos dos días en el lugar donde trabajaremos en un futuro: la escuela. Y a lo largo de estos días me he dado cuenta de la "poca libertad" que se le da a los alumnos.
Entiendo que en la escuela debe haber unas normas, unos contenidos, y unos objetivos que se han de cumplir. Pero desde que empieza la etapa escolar no hacemos más que poner trabas y obstáculos a nuestros alumnos. Muchas veces subestimamos sus capacidades y desaprovechamos el potencial que nos pueden llegar a ofrecer.
Creo que es importante fomentar aspectos como la creatividad del alumno. ¿Un árbol tiene las hojas verdes y el tronco marrón siempre? ¿Por qué el cielo hay que pintarlo de azul? ¿Por qué tiene que estar todo tan pautado?
El hecho de corregir constantemente al alumno, o de cuestionar cada cosa que hace, produce en el alumno inseguridad. ¿Cómo te sentirías si alguien pusiera pegas a todo lo que dijeras?
Y es por todo esto que he titulado esta entrada: El niño encadenado. Esto se debe a que soy un gran apasionado de los libros de inteligencia emocional, y uno de mis cuentos favoritos se titula El elefante encadenado. Este cuento está incluido en el libro Cuentos para pensar de Jorge Bucay.
Aquí tenéis el cuento para que podáis ver la relación que veo entre el protagonista del cuento de Jorge Bucay y entre un alumno de la etapa de primaria:
Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me
gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la
atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal
preferido por otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala
de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... Pero después de
su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante
siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que
aprisionaba una de sus patas.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos
centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un
animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la
estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente.
¿Qué lo sujeta entonces?
¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté
entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó
que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: «Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?».
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del
elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían
hecho esa pregunta alguna vez.
Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio
como para encontrar la respuesta:
-El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era
muy, muy pequeño.
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de
que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus
esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro...
Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a
su destino.
Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no
puede.
Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.
Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza...
Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de
estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de
cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no
lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria
este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.
Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca
más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.
Un saludo.
Pablo Castillo García
Hola Pablo.
ResponderEliminarYo también soy una apasionada de la Inteligencia Emocional, de hecho en el blog de mi grupo, grupo 3, hay una entrada que he titulado ¿es necesario trabajar la Inteligencia emocional en las aulas? Pienso como tú que en las escuelas se tiene poco en cuenta lo que el niño siente o desea expresar y se le encorseta demasiado. Es cierto, que hay muchas cosas que cambiar en las aulas pero cuando nos graduemos tendremos la oportunidad, si nos dejan, de hacer algo al respecto.
Si os interesa el tema os recomiendo el siguiente libro: Educació emocional i llenguatge en el marc de l'escola. Encontraréis propuestas de currículum para la adquisición de competencias lingüísticas y emocionales.
Un saludo.
Grupo 3
Consuelo Reche García
¡Gracias por la recomendación Consuelo!
EliminarUn saludo.
Primero, quisiera decir que no conocía este relato y que su lectura me ha hecho reflexionar. Sin duda, me has animado a leer más de este autor.
ResponderEliminarPor otro lado, como bien ha comentado mi compañera Chelo, la inteligencia emocional es muy importante, y aunque pretendamos enseñar y educar a los alumnos, debemos tener en cuenta aquello que ellos arrastran consigo y que desean expresar a gritos y, en cambio, para hacértelo llegar, te pintan un huevo rosa o un pan verde. Estos ejemplos los he visto hoy mismo en mi clase del colegio de prácticas.
Supongo que aunque por ahora no podamos evitarlo, espero que haya personas que lleguen a encontrar trabajo, que se enfrenten a un aula y que luchen por el niño, su aprendizaje y su expresión.
Gracias por la entrada, el cuento y la recomendación que de manera indirecta has logrado hacerme.
Un saludo,
Valeria Raserón.
Gracias por el comentario Valeria. Aquí te dejo algunos de los libros que me he leído hasta ahora:
Eliminar- El laberinto de la felicidad.
- El libro de las posibilidades.
- Cuentos para pensar.
- Aplícate el cuento.
- Déjame que te cuente
...
Todos estos libros hablan de una forma u otra de la inteligencia emocional. Cualquiera de ellos te gustará.
Un saludo,
Pablo Castillo.